Diferencias compatibles

¿Qué tal? Creo que en el apartado anterior me desquité un poquito. No puedes culparme, a pesar de estar en el otro mundo, aún siento rabia hacia Thomas. Pero debes saber que hubo un día en que sentí mucho amor hacia él.

Como sabes, mi historia en el libro está basada en una historia real, pero como ocurre con muchos escritos, hay cosas que cambian. Thomas y yo no éramos para nada iguales y os voy a contar por qué.

Comencemos por la edad. ¿Es verdad eso de que la edad solo es un número y puede surgir el amor? Bueno, quizás si pero es clave también para que ese amor acabe. De una forma u otra, la diferencia de edad es una putada cuando estás con alguien. Thomas y yo nos llevábamos once años… ¡Que locura! Quizás es por eso que no me atrevía a contarle a otras personas.

Esta diferencia no me parecía tanto al principio, pues su comportamiento era cordial e inocente. No te engañes, los hombres fingen su personalidad hasta tener lo que quieren. Y si, estoy generalizando, ¿sabes por qué? Porque ya no puede pasarme nada peor. Los hombres sois así y punto.

Pero no solo la edad es importante, también nuestras diferencias culturales. Muchos no sabréis esto pero, yo no soy española de nacimiento. Bueno, era. Ni de nacimiento ni de crianza, porque me crie en mi país natal y vine aquí a los doce años. Quería contaros realmente de donde soy pero hice una visita a mi madre, mi pobre madre… Y ella no quiere que se desvelen tantas cosas. Esta historia fue demasiado dolorosa para mi familia.

Pero vamos al grano, Thomas. Aunque en la historia tenga ese nombre poco español, él si que lo es. Y bastante cerrado, por lo que pude vivir. Su nombre real no es Thomas, claro está, pero el capullo vivía en una nube de “macho alfa protector de las mujeres”. ¡Qué se yo! Con esa diferencia de edad las mujeres somos muy estúpidas y nos dejamos engañar de primeras.

Con esto quiero decir, que está muy bien ir de “mente abierta” por el mundo aceptando todo lo que viene a tu vida, pero tened cuidado. La edad y la cultura influye y, a veces, crea monstruos como el españolito que acabó con mi vida.